Capitulo III. Hospital.

Despierto amarrado a la cama de un hospital, con vendas en mis brazos, una bolsa de sangre va a parar a una vena de mi brazo derecho. Miro a mi alrededor y están mis padres, amigos, compañeros de trabajo y Sarah.

Dolor es lo que siento, en mis manos y mis muñecas. Mierda sobreviví, alguien me rescato.

¿Por qué? Fue la pregunta que hice.

Lo siento ese día tuve un presentimiento y decidí ir rápido al departamento y te llame, no oí, pensé que habías salido y cuando entre al baño te vi, inconsciente, llame al 911 y te rescataron, estabas a un paso de la muerte, si hubiera llegado cinco minutos mas habrías muerto.

Perdiste mucha sangre y tuvieron que trasfundirte de otra persona para que sobrevivieras. Te mandaron a cirugía para que te pegaran los tendones ya que te hiciste heridas muy profundas. Tendrás que ir a rehabilitación si quieres mover tus manos bien.

Odio tener en mi cuerpo sangre de otra persona, me siento como profanado, no me agrada, al primer intento tratare de matarme. Pensé dentro de mí.

Maldición fue lo que dije y me llovieron regaños de todos, nadie se ponía de acuerdo para poder regañarme, todos hablaban al mismo tiempo. Mi madre comenzó a llorar, mi padre a decir tonterías como los demás.

Mierda porque no me dejan en paz les grite. Fue cuando el silencio reino, trate de moverme y safarme pero un medico me inyecto algo y me dormí, perdí la conciencia.

A los cuatro días me quitaron las ataduras y me quite los vendajes y los puntos en el baño, para poder hacerlo tuve que golpear al enfermero que me cuidaba. el jarrón de flores sirvió para algo mas.

A partir de ese incidente los sedantes se hicieron mis amigos.