El final de todo. Parte 3-B

Nota del autor da clic en el link mas abajo para oír la música, en los comentarios esta el link.


Son la una de la tarde con dieciocho minutos y las luces de la calle están encendidas, la noche cubre con su manto todo el planeta y solo nos queda esperar. Alguien abre la puerta y nos ve juntos abrazados, es el padre Evaristo, y me habla, de alguien que encendió una radio y capto una estación donde hay alguien informando sobre la situación.

Me acerco y es la 98.7 en la FM, una estación del centro. Un técnico esta atrapado e infamando que hay cosas afuera de la estación, que necesita ayuda y que alguien le ayude a salir de ahí.

Tomo el teléfono de la oficina y le marco a la estación, suena el timbre una vez, antes que suene el segundo contesta.

-Hola, me llamo Mario ¿quien habla? -
-Me llamo Ángel, estamos oyéndote desde una iglesia de San Juan en el norte de la ciudad, la situación es esta. Estamos cuarenta y tres personas dentro de la iglesia y al parecer las sombras no pueden entrar a los lugares santos-
-Aquí vino un padre hace dos días y bendijo la estación ya que la reinauguraron y esas cosas están afuera y no pueden entrar. Estoy solo y todo el mundo desapareció y se hizo de noche de repente. Necesito que alguien venga por mí o tendré que irme corriendo-
-No sabemos exactamente lo que paso, no te muevas de ahí, nosotros iremos por ti.

Fui con el padre y le comente sobre la persona que esta atrapada y que tengo la teoría de que esas cosas no pueden entrar a los lugares que han sido bendecidos recientemente a parte de los lugares santos. Me gustaría que alguien me acompañara a rescatar a esa persona o que por lo menos dar una vuelta para recoger a las personas que podamos.

Lo siento hijo no puedo arriesgar a perder a alguien mas, si quieres ir estas en tu derecho, pero estas personas me necesitan aquí y si alguien quiere acompañarte los recibiremos de vuelta con los brazos abiertos.

Nadie mas quiso ir, supongo que tienen miedo a morir y se sienten seguros dentro de la iglesia, pero este alguien mas afuera y no podemos cerrar los ojos y abandonarlo a su suerte, me esperaba esa respuesta, todos tienen miedo, supongo que iré solo. Me asomo por la ventana y la luz de afuera me permite ver que no hay ninguna sombra cercas.

-Yo iré contigo, soy muy buena conductora - dice Vanesa. Cuando nadie se animo a venir conmigo ella lo hizo-

Es un viaje de media hora en auto hasta el centro, pero Vanesa me dice que lo haremos en menos tiempo si ella conduce.

Salimos de prisa de la iglesia y en medio de la oscuridad nos metemos al auto del padre de Vanesa, un Audi plateado dos mil siete, un auto caro, creo yo. Le mete fondo al acelerador y ella tranquilamente maneja entre las calles como si fuera piloto de formula uno.

En cada cruce Vanesa toca el claxon, pero no se detiene, es señal que si hay alguien vivo que no se nos atraviese y que por lo menos nos siga como lo hizo el policía. Solamente nos detendremos si encontramos a alguien con vida y cuando lleguemos al centro a la estación.

¿Donde aprendiste a conducir así?

Sabes, mi hermano mayor me enseño, una de las pocas cosas que sabía hacer antes de suicidarse, ahora tendría veintisiete años, su muerte destrozo a la familia. A partir de ahí  me quede sola, mis padres dejaron de ponerme atención, me compraban todo pero no era feliz, todos éramos muertos vivientes, con la misma rutina todos los días.

Nunca se supo la verdad de el porque se suicido, solo dejo escrito en su computadora una carta donde se despedía y le pedía perdón a todos.

Yo tenía catorce años, la escuela era monótona y aburrida, los maestros hipócritas y empecé a deprimirme, constantemente faltaba a clases y los exámenes los pasaba rozando la calificación aprobatoria. Deje de tener novio y amigos, no dejaba que nadie se acercara a mí. Después que cumplí los dieciséis años me inicie en las carreras clandestinas de autos, con la esperanza de matarme en un choque a alta velocidad porque era tan cobarde para suicidarme por mi misma.

Nunca tuve un accidente, por mucho tiempo pensé que era mi hermano el que conducía y yo era el copiloto como siempre. Cuando mis padres se enteraron me quitaron el auto y el dinero que había ganado me hicieron meterlo a una cuenta en el banco para mis estudios de la universidad. Era mejor donarlo a una institución de caridad, pero no quisieron.

Ahora que se fueron la realidad es otra, no pienso mucho en ello, solo he llorado un poco a mi familia, quería mucho a mis padres pero ya no están, nunca les pude decir que los amaba.

Pobre chica, ha sufrido mucho, todos hemos perdido a las personas que amamos y no sabemos que les paso, no sabemos si están vivos o muertos, creo que muertos y en un lugar mejor, eso espero.

Las luces de las farolas iluminaban algunos logares y entre ellas podíamos ver las sombras que se movían como si danzaran al son de una tonada maligna, flotando en el ambiente oscuro en busca de victimas.

Las luces largas del auto nos permitían verlas y evitar una colisión con ellas, cuando me atraparon sentí que eran algo así como de humo y ligeras. Evitamos pasar sobre ellas, puede haber alguien mas atrapado en sus humeantes tentáculos y provocar un accidente mayor.

Pasamos a un área donde la oscuridad se ha apoderado de todo, no hay luces, solo oscuridad total, hacia mucho tiempo que no veía algo así, solo de vez en cuando, en los apagones que sucedían cuando alguien fundía los transformadores y toda la calle se quedaba sin luz. De niño me parecía divertido, ahora dejo de serlo.

Le hablo al tipo de la estación, le digo que deje un mensaje grabado con el teléfono de la iglesia y el celular que traigo, vamos en camino y que hable sobre los lugares santos como las iglesias son seguros, también cuando un padre bendice un lugar es seguro pero no sabemos por cuanto tiempo.

Nos encontramos a alta velocidad en una ciudad semidesierta donde han desparecido las personas en busca de alguien no conocemos y que a ser sincero me pregunto si valdrá la pena rescatarlo.

Las distancias en auto con esta chica siempre han sido cortas, me pregunto si se ha atrevido a conducir así con el tráfico normal. El celular suena de improvisto es el tipo de la estación, ha juntado mas personas, le pregunto a cuantos mas ha juntado, ocho personas, todos están adentro y lo oyeron por la radio.

No se porque siento que algo anda mal, ocho personas no caben dentro del auto, cuando mucho seis, no se como le haremos para meter a todos. Llegamos a la estación, las luces están encendidas. El plan de recoger al tipo y rayar llanta ha sido desechado, hay que cambiar de planes. Es bueno saber que hay ocho personas mas con vida, se me hace extraño que hayan llegado hasta aquí sin sufrir daño o ser consumidos por las sombras.

Vanesa estaciona el auto cercas de la entrada, con el espacio para abrir las puertas, por si hay la necesidad de huir. Tocamos el claxon y nadie quiere subir, nos dicen que entremos, no es buena idea apagar el motor y bajarnos, pero no nos queda de otra. Bajamos lo más rápido que podemos y alguien nos abre la puerta.

Ocho personas, todos adultos, no hay nadie joven de nuestra edad y quieren saber que esta pasando, les contamos que tal vez este es el Apocalipsis de la Biblia y que Dios se llevo a mucha gente y no sabemos cuanta. Hay sombras por todos lados que matan a las personas y los únicos lugares seguros son las iglesias y lugares santos.

Un tipo moreno muy alto se presenta se llama Elián, dice la historia de porque llegaron todos juntos y lo que paso.

-Estábamos en un templo cristiano,  escuchando la radio y pensábamos estar a salvo. Esas nubes no podían entrar cuando oímos ruido y vimos algo peor, una figura humanoide sin rostro y descarnada iba caminando, de la nada salieron mas cosas y todos entraron en pánico, empezaron a correr y empujarse unos a otros, las cosas atacaron a los que estaban mas cercas, solo se oían gritos de dolor y charcos de sangre se formaban en el piso. Fue cuando nos dimos cuenta que el lugar había dejado de ser seguro-

No podíamos creer que había algo más que esas sombras, otros seres salidos del mismo infierno deambulaban por las calles y podían entrar a lugares santos. Elián continúo narrando como llegaron a la estación.