Capitulo IV. Otra oportunidad.

Un año después. Julio 10 del 2007.

Otra oportunidad…

… fue la que me dieron. A pesar de que perdí mi empleo en la universidad, mis amigos se alejaron, con mi cuenta en el banco se pago mi estadía en el sanatorio donde me internaron contra mi fuerza.

Mis padres, amigos, compañeros de trabajo se alejaron de mi. Irónicamente vuelven hoy en día para ver como estoy, para darme ánimos. Gabriel que bueno que estas aquí, todos te esperábamos, te queremos, eres grandioso, eres un gran amigo y compañero, profesor Gabriel que gusto verlo. Son muchas palabras de aliento que me dieron a mi salida del psiquiátrico.  Solo que para mi son unos hipócritas.

Al salir un taxi me conduce a mi departamento, Sarah y mis padres me acompañan, durante todo el trayecto no hubo palabra alguna, no era necesario hablar. Sarah abre la puerta y me invitan a pasar.

-Algo ha cambiado- fue lo que dije, al parecer nadie lo escucho.

Al entrar siento un ambiente diferente, un ambiente pesado, como si algo hubiera pasado, algo malo, como si alguien hubiera muerto, creo que una parte de mi murió ese día. El tiempo ha avanzado mucho muy rápido, como si una década pasara y todo se siento más viejo, como cuando visitas la casa de los abuelos.

Me encuentro bajo vigilancia estricta, medicamentos controlados, con terapia una vez por semana. Mis padres se quedaran a vivir en mi departamento unas semanas para ver como va todo esto. Me tratan como si fuera un niño pequeño, odio eso.

Es lo peor, que invadan tu privacidad, no puedo durar mas de 5 minutos en el baño, cuando me ducho mi padre esta en el baño y solo me cubre una cortina, es incomodo, a donde quiera que voy me vigilan. Es como si alguien te acosara.

Gabriel Bruner maestro de psicología de la universidad vuelve a clases tras un intento de suicidio. La noticia estaba en boca de todos. Un perdedor, un cobarde, un imbecil, alguien que se rinde rápido, tan joven, estupido, son las palabras que oía susurrar a las personas a mis espaldas. Tanto alumnos como compañeros maestros susurraban a mis espaladas.

Como parte de mi rehabilitación se me ha dado la oportunidad de cubrir un curso de verano, en el que interactuare con alumnos de tercer año de la carrera de psicología. Las materias son textos literarios I y psicología educativa II Temas que domine en su época y se vieron opacados por mi intento de suicidio. Gracias a ello ahora un maestro me vigila y los alumnos están atentos a ver que voy a hacer o decir.

La entrevista con el rector me pareció eterna, me pregunto y me dijo tantas cosas, será pariente de mi madre, siempre dándome sermones, me repite lo mismo una y otra vez, odio que me repitan las cosas y mas si ya las se. Con una vez entiendo.

Soy la sensación de la facultad, el maestro loco dando clases a sus alumnos, algunos piensan que esta mal que les de clases ya que puedo influirlos, otro que esta bien ya que me ayuda a mi y a los demás a superar las crisis que han pasado en mi vida.

Han pasado meses de terapia psicológica, medicamentos, rehabilitación física para mis manos, ya que están llenas de cicatrices y que tarde en mover, pero gracias a la medicina moderna no perdí la movilidad total de mis manos, el medico dijo que tuve suerte por la magnitud de mis heridas.

Se me ha convencido de que la vida es valiosa, la muerte es la mas cobarde de todas las salidas, que los médicos y el personal del hospital me ayudaron, que hasta los psicólogos necesitan ayuda en momentos difíciles, sobretodo que tengo mucho que agradecerles.

Suena lindo, pero no lo es, son palabras vacías que yo en su tiempo llegue a decir, te sirven por un rato, pero después caes y todo vuelve a ser igual o peor, la realidad pesa sobre uno. Podría suicidarme de una vez, sin importar lo que pase, pero ahora algo me detiene y no se que es.

He pensado en que son mis amigo, pero no tengo, mis padres, los detesto, amor, tal vez el amor, pero no he amado en cuatro años, Dios, hace rato que deje de creer en el, además nunca escucho mis oraciones, por mas que le pedía que me llevara nunca lo hizo trate de hacerlo por mi mismo.

Mi estadía en el hospital psiquiátrico no fue del todo agradable, ya que los primeros días fueron cuando busque por todos los medios acabar con mi vida, no pude, más bien no me dejaron, me llenaron de medicamentos y me ataron a una cama. Un par de semanas después empecé a responder al tratamiento, la razón no la saben mis padres, ni nadie.

En un momento de lucidez decidí salir de este agujero del infierno, si quería salir debía responder al tratamiento, envenenar mi cuerpo con medicamentos y dejar que manipulen mi mente, no me queda de otra.

Así fue como salí, fingir se me hizo costumbre, así como el mentir y aprendí que puedo manipular a todos los que me rodean para obtener lo que deseo.

Hace seis días que salí del hospital, mañana va a ser mi primer clase con un grupo de tercero, ya empezare a preparar la clase por la tarde. Aun sigo tomando medicamentos y una vez por semana voy a terapia.

Mañana iré a clases, será otro día, un día nuevo.