Para alcanzar una estrella

El sol anuncia un nuevo día,
con un hermoso amanecer
y el ultimo para los difuntos,
que hacen su viaje sin equipaje.
La vida tiene muchos caminos
y este es el que he escogido.

Una hora para llegar a la falda
y no es precisamente de una mujer
pero lleva el nombre de una.
Donde las leyendas habitan
y la riqueza es su premio
para quienes se aventuren.

Una mole azul a la distancia
nos muestra una parte de su ser,
la cual hemos juzgado sin saber
que ahí los sueños se cumplen
con solo tener fe.

A lo lejos se ve desolado,
seco y herido por el frente,
agua, vida y pinos ocultos
de una vista que no se deja ver
pero sabemos que ahí está.

Se inicia la caminata
sin rumbo fijo, ni mapa,
orientados solo por una foto
el lugar donde se alcanzan
                las estrellas.

El bosque empieza a aparecer
junto a los acantilados que dan al vacio
de las almas que esperan arrojarse
y tienen la esperanza de volar.

Seis horas de travesía hasta la cima,
cuatro horas más para llegar
deambulando entre la hermosura
misma que no ha sido violada
por los ojos del hombre
y que tal vez nunca lo sea.

Sentado a la fogata
veo mi último atardecer
y dejo que el frio se acerque,
toque mi cuerpo un poco,
solo un poco, para así
sentirme querido.

Me acerco al acantilado,
ahí donde espera la muerte,
veo las estrellas, tan hermosas,
algunas distantes y otras cercas.

Estiro mi mano, doy un paso
y me convierto en una estrella más.